POESÍA ÉPICA SERBIA 2

EL ZAR LAZAR Y LA ZARINA MILICA





El zar Lazar se sienta a cenar,


a su lado zarina Milica;


y le dice zarina Milica:


“Zar Lazar, la corona serbia de oro,


mañana te marchas a Kosovo,


y contigo llevas siervos y duques,


en el palacio no dejas a nadie,


Ay, Lazar, rey de las cabezas varoniles


si pudieras llevar una carta


a Kosovo y a devolverla;


Tú llevas mis nueves hermanos queridos,


nueve hermanos, los nueve son Jugović,


Déjame por lo menos uno,


un hermano para su hermana por el juramento”.


El conde serbio Lazar a ella se dirige:

“Mi señora, zarina Milica,


¿qué hermano es tu preferido


para dejarlo en la corte blanca?”


“Déjame a Boško Jugović”.


Le contesta el conde serbio Lazar:


“Mi señora, zarina Milica,


cuando mañana nace el día blanco,


raya el alba y el sol asoma,


y las puertas se abren a la ciudad,


tú sal en la reja,


por allí pasará la compañía


todos los jinetes con lanzas militares,


el primero Boško Jugović


el que lleva bandera con cruz;


De mi parte dale la bendición,


que le deje la bandera al quien él quisiera,


en el palacio se quede contigo”.


El día siguiente cuando nació el alba,


se abrieron las puertas de la ciudad,


la zarina Milica salió,


ella salió a la ciudad, a la reja,


Mas apareció la compañía


los jinetes todos con lanzas militares,


el primero es Boško Jugović


en caballo con montura de oro,


cubrióle todo la bandera,


en la bandera manzana de oro,


de manzana salen las cruces de oro,


las orlas de oro cuelgan de las cruces


y el pecho de Boško golpean;


Se acercó zarina Milica,


cogió de las riendas al caballo,


en un abrazo se fundió con su hermano,


Empezó a susurrarle en voz baja:


“Ay, hermano, Boško Jugović,


el zar te me regaló,


para que no te marches a la batalla de Kosovo,


te bendijo para que dejaras


la bandera a quien tú quisieras,


para que te quedes conmigo en Kruševac,


para que yo tenga un hermano por el juramento”.


Mas contesta Boško Jugović:


“Vete hermana a la torre blanca;


yo no volvería ni la bandera soltaría


aunque el zar Kruševac me regalara;


para que no me digan los compañeros:


¡Mira el cobarde de Boško Jugović!


No se atrevió a marchar a Kosovo


para la cruz honrada derramar su sangre,


dar su vida para la fe cristiana”.


Y sacóle al caballo a la reja.


Mas por allí viene el viejo Jug-Bogdan


y tras él van los siete Jugović,


a los sietes los detenía uno por uno,


mas ninguno ni caso le hizo.


Un poquito se detuvo el tiempo,


Por allí viene Jugović-Vojin,


llevando “los yedekes”1 del zar


cubiertos con mantón de oro,


debajo del mantón cogió al conde


sus manos le puso en el cuello


empezóle a decir también:


 “Ay, hermano, Jugović-Vojin,


el zar te me regaló,


te bendijo para que dejaras


al “yedek” a quien tú quisieras,


a quedarte conmigo en Kruševac,


para que yo tenga un hermano por el juramento”.


Le contestó Jugović -Vojin:


“Vete, hermana a la torre blanca;


no volvería el héroe


ni soltaría “los yedekes”,


aunque supiera que iba a perecer;


yo voy hermanita a Kosovo llano


para la cruz honrada derramar mi sangre,


dar mi vida junto con mis hermanos para la fe cristiana”.


Mas él sacó al caballo a la reja.


Vio eso la zarina Milica,


sobre la piedra fría se cayó,


se cayó y conocimiento perdió.


Mas por allí viene el célebre Lazar,


Cuando vio a señora Milica


las lágrimas se derramaron por las mejillas;


dio una vuelta de derecha a izquierda


y llamó a su siervo Goluban:


“Goluban, mi siervo leal,


vete tú con el caballo cisne


con tus manos blancas coge a tu ama,


llévatela a la torre delgada;


Yo te doy el perdón de Dios,


no te vayas a la batalla de Kosovo,


mas quédate en la corte blanca”.


Oyó eso el siervo Goluban


Oyólo y por el rostro blanco derramó lágrimas,


Y montó al caballo cisne


Cogióla en sus manos blancas,


Se la llevó a la torre delgada;


Mas no pudo resistir su corazón


y no ir a la batalla de Kosovo,


Así que regresó a su caballo cisne,


Le montó y a Kosovo se marchó. 


Cuando por la mañana amaneció,


Vinieron dos mirlos negros


de Kosovo, campo ancho,


se cayeron en la torre blanca,


justo en la torre del célebre Lazar,


uno chirría, mas el otro habla:


“¿Esto es la torre del célebre conde-Lazar


o es que en la torre no hay ni un alma?”


No lo oyó nadie salvo zarina Milica,


y sale delante de la torre blanca,


preguntas hace a los dos mirlos:


“¿Ay, por Dios, mirlos,


de dónde venís esta mañana?


¿No será de Kosovo Polje?


¿No habéis visto dos ejércitos magníficos?


¿Se habrán peleado los ejércitos?


¿Qué ejército triunfó?


Mas le hablan los dos mirlos negros:


“Ay, por Dios, zarina Milica,


nosotros venimos de Kosovo llano,


y sí vimos dos ejércitos magníficos;


los ejércitos lucharon ayer,


los dos zares perecieron;


de los turcos quedaron algunos,


¡y de los serbios no quedan más que


heridos y ensangrentados!”


Y así hablando por allí llegó el siervo Milutin,


La mano derecha lleva en la izquierda,


Y él tiene diecisiete heridas,


todo el caballo lleno de sangre;


A él se dirige señora Milica:


“¿Qué pasó, pobrecito, siervo Milutin?


¿Será que habrás traicionado a tu zar en Kosovo?


Mas contesta el siervo Milutin:


“Bájame del caballo andante,


lávame con agua fría,


dame vino tinto;


¡duras heridas a mí me sucumben!”


Le  bajó la zarina Milica,


con el agua fría le lavó la cara


y le regó con el vino tinto.


Cuando el siervo volvió en sí


le preguntó la zarina Milica:


¿Qué pasó en Kosovo Polje?


¿Dónde pereció el célebre conde Lazar?


¿Dónde pereció el viejo Jug-Bogdan?


¿Dónde perecieron los nueve Jugović? 


¿Dónde pereció el duque Miloš?


¿Dónde pereció Vuk Branković?


¿Dónde pereció Banović Strahinja?”


entonces el siervo empezó a narrar:


“Todos quedaron, señora, en Kosovo.


Donde pereció el conde Lazar


allí hay muchas lanzas rotas,   


lanzas rotas las turcas y las serbias,


más serbias que las turcas,


defendiendo, señora, a su amo,


a su amo, el célebre conde Lazar.


Y Jug, mi señora pareció


al principio, en el primer enfrentamiento.


Perecieron los ocho Jugović,


allí donde el hermano no quiso traicionar a su hermano,


mientras un soplo de vida les quedaba;


Aún queda Boško Jugović,


La bandera de cruz ondea en Kosovo;


aún está persiguiendo a los turcos en grandes números,


igual que halcón palomas persigue.


Donde había sangre hasta las rodillas


Allí pareció Banović Strahinja.


Miloš, señora, pereció


donde Sitnica, el agua fría,


donde muchos turcos perecieron;


Miloš asesinó al zar turco Murat


y doce mil turcos;


¡Que Dios le perdone a la que le dio vida! 


Él dejó un monumento para el pueblo serbio


para que se hable y se narre


hasta que exista el ser humano y hasta que exista Kosovo.


¿Por qué preguntas por el maldito Vuk,


maldita sea la que le dio la vida!


¡Maldito sea su estirpe y su descendencia!


¡Él traicionó al zar en Kosovo


y llevó a los doce mil turcos,


mi señora, a la vil coraza!”.   


    




1
YEDEK, YEDEKES – en el original  “jedek” – caballo de reserva.
 La “j” en serbio se pronuncia “y”, como en la palabra “yugo”.

TRADUCCIÓN VESNA FLORIC ILIJINA

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